This article was originally published in El Tiempo by Camilo A. Castillo. Click here to read the original piece.
El proyecto internacional ‘Re-Imaginando los bloques que construyen la Democracia’ llegó a Bogotá el pasado 8 de junio y convocó a ciudadanos, académicos y periodistas para conversar en torno a la desinformación, los medios y la creciente afluencia de nuevas herramientas tecnológicas. Esta iniciativa se encuentra en su segundo año de implementación y ha convocado sesiones de consulta en diez ciudades del mundo.
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El evento, que se llevó a cabo en el Salón Diamante del Hotel Marriot, fue liderado por la Fundación Democracia y Cultura (Democracy & Culture Foundation), en colaboración con la Fundación Innovación para el Desarrollo (I+D) y la Organización Atlas, que le apuesta a incentivar la consulta ciudadana en temas de información y su impacto en el funcionamiento de la democracia.
“Estamos evidenciando una situación bastante compleja desde el punto de vista de la calidad de la información que recibe la ciudadanía. Tener este espacio es clave para reflexionar, contrastar diferentes opiniones, y explorar caminos hacia soluciones o propuestas que permitan entender mejor el impacto y los posibles riesgos y amenazas”, señaló Adriana Mejía, directora ejecutiva de Fundación I+D, quien lideró la sesión de consulta ciudadana.
Uno de los temas centrales de la conversación fue sobre los riesgos de la desinformación para la consolidación de las democracias. Aunque los expertos reconocen que este es un fenómeno que ha existido siempre, consideran que el rápido avance de la tecnología ha creado peligros nunca vistos. “Lo que es diferente es la época en la que vivimos, lo rápido que se propaga y cómo la tecnología, si cae en malas manos, puede ser terrible para la democracia. La información en sí misma es lo más valioso que tenemos”, señaló Achilles Tsaltas, presidente de la Fundación Democracia y Cultura.
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Para Colombe Cahen-Salvador, cofundadora de Atlas, este fenómeno es “un síntoma” de algo mucho más profundo. “Siempre hemos leído noticias falsas, pero las sociedades en las que prolifera la desinformación tienden a ser las que tienen un mayor nivel de desigualdades y menos confianza en los gobiernos”, dijo.
Cahen-Salvador explica que una solución para atacar ese fenómeno es la participación de los ciudadanos en los procesos democráticos. “Si los ciudadanos llegamos a participar en democracia y confiamos en nuestras instituciones, estaremos menos sujetos a esta desinformación porque diremos: ‘participé en esta dirección, me presenté como candidato o estuve en asambleas de ciudadanos entonces sé que sucedió de esta manera y sé que es verdad’”, agregó.
En ese sentido, Andrea Venzon, cofundador de la Organización Atlas, considera que “la información es un pilar fundamental”, no obstante, dijo que la sobrecarga de esta puede “distorsionar el debate público” y “afectar la confianza en las instituciones democráticas”.A partir de esa discusión los panelistas formularon un debate adicional: ¿qué pasa cuando esa desinformación viene de los propios gobiernos?
En esta parte del evento se mencionaron casos en los que fueron los funcionarios de los gobiernos o las instituciones mismas las que difundieron mensajes falsos. “Allí es donde creo que se deben establecer regulaciones más estrictas, como, por ejemplo, si soy el presidente Trump, no debería poder tuitear lo que quiera solo porque soy el presidente, pero si lo hago, debería haber una consecuencia. Por ejemplo, revisión judicial o sanciones. Si eres muy influyente, tienes más responsabilidad que un ciudadano normal”, indicó Venzon.
Además, Mejía insistió en que en ningún momento la prensa debe ser objeto de ataques cuando en su labor intentan contrastar los mensajes oficiales. “En eso lo que tenemos que buscar es un consenso ciudadano amplio, un consenso ciudadano fuerte y una voz muy unida en contra de este tipo de comportamientos que de alguna manera vulneran o ponen en riesgo la actividad periodística”, opinó.
Sobre los medios de comunicación y el rol que juegan en temas como la toma de decisiones, en la fiscalización de las acciones de los gobiernos y las críticas por lo que muchos ciudadanos consideran falta neutralidad, Cahen-Salvador considera que los ciudadanos deben entender que esa no es una característica a las que los medios necesariamente le están apuntando.
“Creo que no existe tal cosa como la neutralidad. Creo que está bien que ciertos medios no sean neutrales. Leo los medios principalmente que representan mi punto de vista, trato de leer el punto de vista opuesto también, pero definitivamente no soy neutral y no hay una sola verdad. Y creo que eso es algo que ha hecho daño en todo el mundo: fingir que hay una verdad”, manifestó Cahen-Salvador.
Esta discusión sirvió para abrir el debate acerca de la vigilancia sobre los medios de comunicación y la autorregulación. Aunque para los participantes del foro la idea de que exista una entidad que se encargue de hacer fiscalización sobre los contenidos es un riesgo enorme para la libertad de prensa, sí se lanzaron algunas propuestas con respecto al tema.
“Se pueda reunir a un grupo aleatorio de ciudadanos que puedan revisar la información y discutan sobre cómo se debe tratar esta información. No un líder político, ni el Estado en sí mismo, gente como nosotros. Si tomas 500 personas y haces una asamblea de ciudadanos centrada en regular el espacio de los medios es mucho más probable que las personas sean imparciales porque representan a la sociedad”, propuso Venzon.
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En ese sentido, Tsaltas señaló que también hay que abrir un debate sobre la relación entre los medios y la pauta que reciben de los gobiernos. “Estamos completamente de acuerdo con lo que escuchamos hoy acerca de que los ciudadanos se involucran más en la regulación y la educación, pero es necesario que haya alguna regulación a nivel institucional. Los que tienen tratos contractuales con el gobierno no deberían ser dueños de medios”, concluyó.
Finalmente, se discutió sobre los riesgos de las inteligencias artificiales para la función de los medios y para la preservación de la democracia. Aunque los panelistas reconocieron la importancia de estas herramientas para encontrar nuevas formas de conectar con las audiencias, coinciden en que hay un riesgo enorme si no se crean normas claras sobre su utilización.
“Debemos asegurarnos de que la inteligencia artificial no destruya la calidad de la información. Creo que los desafíos estarán en cómo mantener la calidad de la información y en cómo asegurarse de que los humanos aún produzcan información para los humanos”, opinó Venzon.
“La tecnología replica nuestros propios problemas y, de hecho, los humanos crearon la IA, por eso me asusta muchísimo porque ya somos una sociedad llena de prejuicios llenos de odio. No creo que alguna vez seamos capaces de manejarlo correctamente, al igual que no podemos lidiar con la propiedad de las redes sociales”, concluyó Cahen-Salvador.
El evento también contó con la participación de Amy Larsen, Democracy Forward de Microsoft; Gina Romero, directora ejecutiva de REDLAD; Camila Zuluaga, periodista de Blu Radio y Caracol TV; y Giovanni Celis, director de Red+ Noticias.
CAMILO A. CASTILLO